27 de enero de 2015

Bárbara

Cuando aquel líquido rosado se derramó sobre su vestido supo de inmediato que no fue un accidente, que aquello estuvo programado y no pudo comprender como una niña de su misma edad pudiese tener un corazón tan oscuro.
Bárbara pudo asistir a su fiesta de graduación con un vestido nuevo, como todas sus compañeras, gracias al sacrificio que hicieron sus padres. Ellos habían ahorrado durante  meses para poder comprar la tela y pagar una modista que confeccione el modelo elegido por su hija. Lo ahorrado también alcanzaría para unos zapatos a estrenar. El sacrificio valía la pena, su niña se recibía y con uno de los mejores promedios.
Nacida en el ceno de una familia numerosa, Bárbara era la hija mayor de cinco hermosos niños que aquella pareja había tenido. Ella se ocupó en buena parte de la crianza de sus hermanos ya que sus padres trabajaban en un pequeño negocio de la zona en que vivían. Una familia sin lujos, llegaban a fin de mes muchas veces con menos de lo justo. No supo jamás que era presumir objetos de valor y mucho menos estar vestida al último grito de la moda. Aunque como toda joven de su edad admiraba a las modelos que aparecían en las revistas del momento y soñaba silenciosamente con lucir como ellas alguna vez.
Fue así que preparó con mucho esmero lo que llevaría aquella noche en el salón del club del barrio, lugar destinado a las fiestas importantes del pueblo. Su tía hizo las veces de modista, peluquera, maquilladora y de chofer.
Cuando bajó del auto, un modelo antiguo de la marca Ford, todos se sorprendieron porque no estaban acostumbrados a verla de esa manera ya que nunca asistía a los bailes, porque le daba pudor no estar a la altura de sus compañeras, quienes siempre estaban vestidas y peinadas como las modelos que ella admiraba.
Después de saludarse con todos los conocidos y los padres de sus amigas vio que un grupo de muchachas la miraban y cuchicheaban. La misma odiosa de siempre pensó, acerca de Marina, la hija del intendente que siempre le había tenido recelo.
Bailó toda la noche, divirtiéndose como nunca antes. Varias piezas se las había dedicado a Hernán quien era el joven más disputado por las muchachas, por ser lindo y de buena familia. Entre las que querían llamar la atención de este joven estaba Marina, pero él estaba prendado por Bárbara, quien siempre le había gustado pero nunca tanto como esa noche.
Fue así que al salir del baño ambas muchachas se cruzaron y Marina se las ingenió para que accidentalmente la bebida de su copa manche el vestido de quien ella sentía su rival. Bárbara salió llorando del salón.
En la vereda del salón, sus amigas y sus padres trataron de consolarla, haciéndole ver que aquello no debía opacar su felicidad. Bárbara sintió que aquella mancha no solo le había echado a perder el vestido sino también la noche. La sorpresa fue que el joven se acercó y le repitió lo mismo que ya le habían dicho, claro que las palabras pronunciadas por él tuvieron diferente resultado.
Así fue que Bárbara y Hernán bailaron junto a sus demás compañeros lo que quedaba de la reunión. Luego de finalizar la noche con fuegos artificiales como era una tradición para celebrar a los egresados, se despidieron con la promesa de volverse a ver la tarde siguiente en la plaza del pueblo, para tomar un helado, como estaba de moda entre los jóvenes en aquellos tiempos.


Alito


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