Cuando aquel
líquido rosado se derramó sobre su vestido supo de inmediato que no fue un
accidente, que aquello estuvo programado y no pudo comprender como una niña de
su misma edad pudiese tener un corazón tan oscuro.
Bárbara pudo
asistir a su fiesta de graduación con un vestido nuevo, como todas sus
compañeras, gracias al sacrificio que hicieron sus padres. Ellos habían
ahorrado durante meses para poder
comprar la tela y pagar una modista que confeccione el modelo elegido por su
hija. Lo ahorrado también alcanzaría para unos zapatos a estrenar. El
sacrificio valía la pena, su niña se recibía y con uno de los mejores
promedios.
Nacida en el ceno
de una familia numerosa, Bárbara era la hija mayor de cinco hermosos niños que
aquella pareja había tenido. Ella se ocupó en buena parte de la crianza de sus
hermanos ya que sus padres trabajaban en un pequeño negocio de la zona en que
vivían. Una familia sin lujos, llegaban a fin de mes muchas veces con menos de
lo justo. No supo jamás que era presumir objetos de valor y mucho menos estar
vestida al último grito de la moda. Aunque como toda joven de su edad admiraba
a las modelos que aparecían en las revistas del momento y soñaba
silenciosamente con lucir como ellas alguna vez.
Fue así que preparó
con mucho esmero lo que llevaría aquella noche en el salón del club del barrio,
lugar destinado a las fiestas importantes del pueblo. Su tía hizo las veces de
modista, peluquera, maquilladora y de chofer.
Cuando bajó del
auto, un modelo antiguo de la marca Ford, todos se sorprendieron porque no
estaban acostumbrados a verla de esa manera ya que nunca asistía a los bailes,
porque le daba pudor no estar a la altura de sus compañeras, quienes siempre
estaban vestidas y peinadas como las modelos que ella admiraba.
Después de
saludarse con todos los conocidos y los padres de sus amigas vio que un grupo
de muchachas la miraban y cuchicheaban. La misma odiosa de siempre pensó,
acerca de Marina, la hija del intendente que siempre le había tenido recelo.
Bailó toda la noche,
divirtiéndose como nunca antes. Varias piezas se las había dedicado a Hernán
quien era el joven más disputado por las muchachas, por ser lindo y de buena
familia. Entre las que querían llamar la atención de este joven estaba Marina,
pero él estaba prendado por Bárbara, quien siempre le había gustado pero nunca
tanto como esa noche.
Fue así que al salir
del baño ambas muchachas se cruzaron y Marina se las ingenió para que
accidentalmente la bebida de su copa manche el vestido de quien ella sentía su
rival. Bárbara salió llorando del salón.
En la vereda del
salón, sus amigas y sus padres trataron de consolarla, haciéndole ver que
aquello no debía opacar su felicidad. Bárbara sintió que aquella mancha no solo
le había echado a perder el vestido sino también la noche. La sorpresa fue que
el joven se acercó y le repitió lo mismo que ya le habían dicho, claro que las
palabras pronunciadas por él tuvieron diferente resultado.
Así fue que Bárbara
y Hernán bailaron junto a sus demás compañeros lo que quedaba de la reunión.
Luego de finalizar la noche con fuegos artificiales como era una tradición para
celebrar a los egresados, se despidieron con la promesa de volverse a ver la
tarde siguiente en la plaza del pueblo, para tomar un helado, como estaba de
moda entre los jóvenes en aquellos tiempos.
Alito
No hay comentarios.:
Publicar un comentario