Andrés tuvo que mentir aquella
noche de sábado para poder reunirse con su tía Norita Hensani, porque desde que
ella se divorció en su familia era mal vista por casi todos. Pero tampoco los
que tenían contacto con ella lo hacían de manera abierta, para no tener
problemas. Este era el caso de Andrés quien en su casa, la hermana de su padre
era destratada. Primero por haberse casado con un Goy y luego por haberse
divorciado.
Se reencontraron en el funeral de
un familiar entonces Norita le dijo que quería verlo para charlar con él. Una
semana más tarde Andrés llamó a su tía y quedaron en verse para cenar. Aún
teniendo 25 años tuvo que inventar que salía con amigos para no escuchar un
sermón que derive en pelea.
Cuando Norita vio a su sobrino le
sonrió como ella sabía hacerlo y lo abrazó fuerte, por todo el tiempo en que no
se vieron. Pasaron a la sala donde todo estaba como lo recordaba Andrés,
impecable, lujoso. Tomaron una gaseosa mientras charlaron de bueyes perdidos.
Luego pasaron al comedor y todo
estaba servido como se acostumbra en las reuniones judías. Mantel blanco sobre
la mesa, cubiertos de plata, platos de porcelana y copas de cristal. Andrés
quedó sorprendido, tanto lujo para dos. Norita le dijo que tenía que aprovechar
ya que no recibe muchas visitas. Rieron. Ambos compartían el mismo humor.
De entrada comieron unos keftes
de espinaca, una especie de albóndigas, y bebieron vino tinto. Andrés recordó a Omar el ex marido de Norita,
a quien luego del divorcio no se lo volvió a ver nunca más. Norita hacía años
que no asistía al templo, a causa de su divorcio era objeto de habladurías y
murmuraciones.
De plato principal degustaron
Salayan, una especie de patys pero largos. Andrés le preguntó a su tía si no
extrañaba asistir a al templo. Ella le respondió que no, que a Dios se lo lleva
en el corazón y no se sentía en falta con su fe. Que Dios es amor. Que la
religión las organizan y dirigen los hombres, que son quienes prejuzgan y
señalan con el dedo. Pero que a ella nunca le importó ser señalada por no vivir
dentro de los parámetros, ella había encontrado su felicidad dentro de sí misma
y honraba a Dios al no traicionarse a sí misma.
Para el postre Rugelach de
frambuesa y damascos, una delicia de la comida judía. Todo fue risas hasta que
Norita le hizo saber a su sobrino que no estaba solo. Al principio Andrés no
entendió a que se refería su tía. Ella fue entonces directa y le dijo que
cuando él considere contarle a sus padres que era gay cuente con su apoyo.
Andrés no supo que decir, lo descolocó el comentario de su tía, trató de
negarlo, pero fue en vano. Luego de varias lágrimas terminó por confesarle que
estaba en lo cierto.
Con el tiempo Andrés se fue a
vivir con su tía Norita ya que como era de esperar, tener una elección sexual
diferente desató una tormenta de arena en el desierto. Los padres de Andrés
culparon a Norita de llevarlo por el mal camino.
Andrés optó por dejar de asistir
al templo ya que su simple presencia despertaba miradas de desprecio. Con todo
el dolor del mundo entendió que como decía su tía Dios no habitaba en ese
lugar, ni en ningún otro lugar físico. Sino en lo más profundo de su ser.
Alito
La culpa nace cuando pensamos que esta mal algo que hicimos. Algunos no la tienen, otros pueden lidiar y apartarla de su camino, y hay quienes viven con la culpa el resto de su vida. Yo banco a Norita
ResponderBorrarMe encantó la historia, me he sentido reflejado en ella...
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