12 de enero de 2015

Problemas personales (y de familia)

Todas las semanas el aullido de la manada se siente desde las lejanas tierras del más allá –es el teléfono nada más. No seas exagerado-... se viene una tormenta de dientes y discusiones sin sentido sobre la ropa de la vieja tía tita, de su jubilación perdida, del repudio, de los caprichos financieros de otros miembros de la manada.
Todo muy normal y salvaje también –no voy agregar nada, grauuuuuur-
Pero quiero ser justo, -no hay forma Martin- son un desastre de familia pero -dieron por muerta a tu abuela para cobrarle la herencia- en momentos difíciles se unen -desvalijaron la casa de tu tía y los hermanos solo vinieron a buscar su parte, ni al entierro fueron!-. Digamos que la necesidad los une -ay! los eufemismos no se terminan no?- y los problemas... los enemistan por poco -está bien, dos de tus tíos se dejaron de hablar por veinte años... creo que estaban discutiendo sobre otro tío enfermo y era momento de silencios- tiempo... 
Mi familia se divide - ¿no era que eran unidos?- por círculos según la cercanía geográfica y la generación que nos ata -Lo dijo! Dijo atar!-, a veces la distancia la ponen ellas, a veces las circunstancias –no puedo decir nada, estoy emocionado-
A veces me gustaría sacarles una foto en las reuniones para que se vea su naturaleza primitiva -esto no es serio, ¿cuándo están todos juntos?- 
En general una foto familiar significa ver veinte mujeres - con rulos y mal vestidas- muy ruidosas, la mayoría de ellas solas o viudas. Se puede decir que nuestro árbol genealógico es un matriarcado casi perfecto –vos cuidate osito... no sea cosa que te saquen del medio-.
Pero yo las quiero, o los quiero, en realidad no sé cuánto nos queremos –claro, son familia flaco-, somos una manada unida- ¿lo de los mordiscos lo dejas afuera no?-
Sin dudar puedo decir que ellas son el pilar de mi existencia, o la causa de que viva solo –son ellas o sos vos?-, alejado de las preguntas y las discusiones.
Alejado de la familia que tanto quiero
-Nunca los visitas Martin-
Bienvenidos a la cueva de las maravillas, donde dos pesos y una pareja hacen la felicidad ante una familia italiana.

Tin

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