Todos podemos contar lo importante que es la música en nuestras vidas. Todos podemos hacer la banda de sonido
de nuestras vidas. Muchos decimos que vivimos por y para la música. La realidad es
que solo algunos llevan ese pensamiento al extremo.
Antonio Salieri se crió musicalmente en Venecia. Su talento lo llevó a la corte austríaca, donde se convirtió en un compositor célebre. Daba clase a cortesanos y era un compositor respetado. Aunque virtuoso, todos sus logros eran producto de la tenacidad y la perseverancia. Tal vez por eso, toda su vida convulsiona ante la aparición de un genio.
Wolfang Amadeus Mozart fue un niño prodigio. Su sensibilidad musical era evidente, incluso en sus primeros años. Si bien su metodología de trabajo no era la más ordenada, la forma en la que comprendía la música era completamente distinta a la de todos los demás. Su sensibilidad era innegable y sabía como transmitirla a su audiencia.
Mozart es llevado a la corte vienesa, donde rápidamente se convierte en una estrella. Goza de los beneficios de ser el preferido y sus obras son aclamadas. En esa época, conoce y entra en relación con Salieri. Éste,
Mozart disfruta de la compañía de Salieri. Lo ve como un colega, como un amigo, quizás. La confianza era tal, que Salieri se convirtió en el profesor de música
de los hijos de Mozart. Está claro que el sentimiento no era mutuo.
Salieri mantenía una relación
amor-odio con su colega. Admiraba su talento pero, a la vez, se sentía opacado por él. El ego
herido es más de lo que Salieri puede soportar.
Es en este punto donde la historia se torna
confusa. Las versiones se cruzan. Salieri se deja cegar por sus celos y la
historia toma otro matiz. La relación se torna
enfermiza y cada vez se vuelven más unidos.
Aprovechando los problemas económicos de
Mozart, Salieri lo rescata. Lo admira tanto como lo odia. Lo odia tanto que no
puede separarse de él. No puede negar que la copia es la
mayor muestra de admiración. La escena es grotesca.
En la cumbre de su carrera, Mozart muere. Muchos años después, en medio de delirios provocados por la enfermedad, Salieri confieza haberlo envenenado. Nunca sabremos si eso realmente ocurrió. Mientras tanto, otra joven promesa impresionaba con su talento musical: Ludwig van Beethoven. Curiosamente, este compositor era alumno de Antonio Salieri.
M.
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