Así como todo lo que uno lee no
es literatura, aunque sea publicado en formato de libro, no todo lo que suena
es música. Me niego a creer que eso que mi vecino compartió el domingo con todo
el vecindario, desde las once de la mañana hasta las ocho de la noche lo sea.
La verdad que no me ocupa lo que
cada uno consuma, de hecho no pongo en discusión el gusto que cada uno tenga.
Lo que sí me molesta es la falta de respeto, de consideración. Es preciso que
el barrio entero escuche frases como “…el que no hace palmas es un culo roto”.
Es que era un álbum en vivo. Lo mismo me hubiera parecido si escuchaba a la
Sinfónica de Londres.
Qué importa si quería dormir,
estudiar, o simplemente poder escuchar claramente un cd o mirar una película.
Es como el muchacho que va en el transporte público escuchando su lista de
reproducción sin auriculares.
Estás cosas son las que me ponen
creativo y pienso en una continuación de Relatos Salvajes, donde todo termina
en sangre y una gran explosión como en la historia de Leonardo Sbaraglia o
Ricardo Darín. Sacan mi lado B.
Comprendo que se quieran
divertir, relajar, pasarla bien pero… ¿Es preciso hacerlo a todo volumen? Sé
que la música es liberadora pero logran que me encierre en mi habitación.
Después pienso que debería comprarme un parlante y poner música al mango cuando
ellos no escuchan nada, pero seguramente van a disfrutarla…Juro que no quiero
caer en tildarlos de negro de mierda, pero trabajan duramente domingo tras
domingo para eso.
Alito
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