Analia me dijo que ella nunca
tuvo amigos ni amigas, casi orgullosa de su confesión. Como tratando de
convencerse con su argumento. La miré con un poco de pena porque tener amigos
es un gran tesoro, todos los que tenemos o tuvimos amistades entrañables
sabemos que ese amor, como todo amor auténtico nunca se olvida. Lo que no
implica que esa relación no vaya a terminar.
Tomé las llaves de mi camioneta
la saludé y me fui. Puse música para acompañar el viaje de regreso a casa. En
diez minutos aproximadamente ya estaba sobre la autopista, iba cayendo el sol.
Terminaba el domingo por lo cual no había transito.
Me quedaron resonando las palabras
de Analia y empecé a recordar todos esos amigos entrañables que me acompañaron
y que hoy no están. Esos amigos con los cuales compartí momentos hermosos y
tristes. El nacimiento de mi hija y la muerte de mi padre por ejemplo. Si por casualidad hoy nos cruzáramos por la calle, no dejaríamos de saludarnos,
pero con los cuales ya no hay nada que compartir. Porque la amistad, como
cualquier relación va mutando y se termina cuando los integrantes no se elijen más. No
necesariamente por una traición, una mentira o un mal entendido. Claro que uno podría seguir en contacto, pero
sería como tener a un pariente en estado de coma irreversible. Que vive solo
porque respira artificialmente.
En el primer peaje volví a la
realidad por un instante, pagué y seguí camino. Puse la playlist que tenemos
con los chicos cuando nos reunimos en la casa de alguno, con “de todo” como
dice Martín. Mis amigos, mis compañeros de ruta. Recuerdo que casi nos
conocimos todos al mismo tiempo, pasan los años y la relación se afianza.
Vernos siempre es una fiesta, los míos, los suyos, los nuestros. Me siento
afortunado cuando nos juntamos y nuestras risas se multiplican y resuenan en
todo el ambiente. Lo mismo sucede cuando debatimos y tenemos miradas dispares.
Entonces es imposible no sentir
pena por personas como Analia que no tienen amigos. Porque de todo lo que tuve
y tengo en mi vida son mis amigos, mi familia, mi mayor tesoro.
También
comprendí que ya no iba a volver, porque sus palabras me dejaron en claro que
no me consideró nunca su amigo y cuando dos no quieren, uno solo no puede.
Alito.
Analia está buscando salir de la vida de todos, de la suya incluso, y que todas esas relaciones tibias a las que llama amistad son solo ecos de un reflejo estereotipado.
ResponderBorrarNo podría nunca juzgar a mis personajes. Cada uno tendrá su lectura.
BorrarMe encantó!
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