Y esta
ahí, inconmensurable, irrefutable. Puedo mentirme, puedo ignorarla, puedo
disfrazarla, pero la verdad está ahí y pesa. duele.
Entonces
me despierto y es lo primero en lo que pienso. Me levanto, intento que no se me
note, intento que no me presione, que no me domine. Pero me demanda. Consume mi
pensamiento a cada instante. Mi existencia gira en torno a ella.
Lo
sobrellevo lo mejor posible. Lo que no tiene solución no es un problema. Asumo
mi carga sin analizarlo demasiado. No tengo fuerzas de cuestionar por qué a mí.
La verdad es la verdad y no tengo como evadirla. No sé cómo llegó a mí ni si en
algún momento va a liberarme. Me gusta creer que la llevo con dignidad, por eso
no me abandona. Supongo que peor sería sobrellevar la fantasía. O la
humillación. La falsedad, tal vez, No es algo que elijamos creo.
El día va
pasando y la sobrellevo con más tranquilidad. Me libera un poco, como si le
aflojaran las cadenas a una fiera enjaulada. Pero solo un poco. Porque ahí
sigue. Me distraigo, me concentro, me evado. Trato temas banales o
fundamentales. Me libero de mis obligaciones y ahí me recuerda cada día que
está presente. En la ducha se disipa un poco. Sospecho que se presenta en modo
de contractura. Oscurece. El sueño me invade y la siento susurrarme al oído que
sigue ahí, que simplemente no va a abandonarme y que, al despertar, planea ser
el primer pensamiento en invadirme.
M.
Excelente, M. Te felicito, me gustó mucho esta mirada acerca de #LaVerdad
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