8 de mayo de 2015

Verdad



Y esta ahí, inconmensurable, irrefutable. Puedo mentirme, puedo ignorarla, puedo disfrazarla, pero la verdad está ahí y pesa. duele.

Entonces me despierto y es lo primero en lo que pienso. Me levanto, intento que no se me note, intento que no me presione, que no me domine. Pero me demanda. Consume mi pensamiento a cada instante. Mi existencia gira en torno a ella.

Lo sobrellevo lo mejor posible. Lo que no tiene solución no es un problema. Asumo mi carga sin analizarlo demasiado. No tengo fuerzas de cuestionar por qué a mí. La verdad es la verdad y no tengo como evadirla. No sé cómo llegó a mí ni si en algún momento va a liberarme. Me gusta creer que la llevo con dignidad, por eso no me abandona. Supongo que peor sería sobrellevar la fantasía. O la humillación. La falsedad, tal vez, No es algo que elijamos creo.

El día va pasando y la sobrellevo con más tranquilidad. Me libera un poco, como si le aflojaran las cadenas a una fiera enjaulada. Pero solo un poco. Porque ahí sigue. Me distraigo, me concentro, me evado. Trato temas banales o fundamentales. Me libero de mis obligaciones y ahí me recuerda cada día que está presente. En la ducha se disipa un poco. Sospecho que se presenta en modo de contractura. Oscurece. El sueño me invade y la siento susurrarme al oído que sigue ahí, que simplemente no va a abandonarme y que, al despertar, planea ser el primer pensamiento en invadirme.

M.

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