10 de julio de 2015

Cadavérico y exquisito

Nos nos falta nada, nos sobra alguien, a veces es un hijo, a veces son los padres. Pero los padres entienden que los que sobran no son los otros, ni la oveja, ni el perplejo, sino de un nido con la falta de un bostezo. 
Yo te quiero, pero no quiero que caigas por la ventana, por que somos cinco, pero a veces somos menos y más, menos cuando somos los menos. 

Yo entiendo, que es un trabajo, no puedo tejer, las conjeturas se tejen, los cuadraditos, los coatíes, el lado brasilero y el remisero... que del 600 no baja, pero me bajó a mi.
No acaba esto, sin antes empezar, por que fuimos cinco y sin embargo nos queda una pata chueca.
Chueca y chata, o chota, o chamuscada, o chinchuda... como la madeja, la aguja y crecer.

Por que crecer duele, hacia adentro o hacia afuera, siempre duele. 

Tin


No seré feliz pero tengo un cadáver exquisito



Nos vemos, hablamos, reímos. Bebemos en copas de cristal. Las cubeteras van y vienen, los gatos aparecen y desaparecen. Es invierno o nos vemos en primavera. Estamos bien. ¿Estamos bien? Los transeúntes pasan, las miradas se cruzan. Las personas vienen a nosotros y se van. Somos padres, somos viento, somos.

Cambiamos de era, cambiamos de entorno. Nos dejamos. Nos dejamos una promesa: volver a vernos. La sorpresa es el hombre que compró una gallina. La gallina es sacrificada. Alguien se enoja y la ganilla se salva. Le debe su vida a un dios todopoderoso o al señor de la oscuridad. Da igual, la tipografía no se lee y alguien se queja.

Anhelamos, pero activamos. Nos falta algo. Nos falta alguien. Somos, aunque incompletos. Seguiremos siendo, y buscando aquello que nos falta.

M.