No somos princesas.
Entonces, por qué las mujeres tenemos ese afán de pretender
conseguir un príncipe azul y encantado, que nos lleve en andas o en su corcel
por el medio de la pradera y nos rescate de esta vida insulsa...?
Yo prefiero un sapo, porque me considero una sapa (o una
rana, pero me gusta más decir “sapa”).
No soy una de esas mujeres que dan vueltas y vueltas,
mientras convierten su ropa en un vestido de brillantes y volados.
No uso tacos, imaginan que muchos menos un zapatito de
cristal.
No me considero perfecta, y no pretendo al lado mío un
príncipe perfecto que desentone conmigo y me haga sentir más sapa de lo que
soy…
Prefiero un sapo hecho y deshecho, con defectos como
cualquier otro, como yo…
No creo mucho en los “felices para siempre”.
Creo en el vamos a
pelearla día a día, a elegirnos a diario.
Por eso amigos y amigas, tenemos que revelarnos en contra de
años y años en los que el mundo quiere
ajustarnos a ideales inexistentes y pretenden que estemos a la altura de
ciertos parámetros que son de cuento.
Esta es la revolución de los sapos que están cansados de
años y años que los bastardeen, y los pongan de ejemplo de fealdad…
Los sapos y las sapas también tenemos derecho a una vida
feliz!!
Porque, digamos la verdad, si se nos aparece un príncipe
todo educadito, todo gallardo, todo meloso, lo más seguro es que lo descartemos
por delicadito.
Por eso, aceptemos a nuestros sapos, como también nuestros
sapos nos aceptan a nosotras, no caigamos en la tentación, y liberémonos de
Disney,
Amén.
Pau
No hay comentarios.:
Publicar un comentario