6 de febrero de 2015

ARRIBA LOS SAPOS, ABAJO LOS PRÍNCIPES!

No somos princesas.
Entonces, por qué las mujeres tenemos ese afán de pretender conseguir un príncipe azul y encantado, que nos lleve en andas o en su corcel por el medio de la pradera y nos rescate de esta vida insulsa...?
Yo prefiero un sapo, porque me considero una sapa (o una rana, pero me gusta más decir “sapa”).
No soy una de esas mujeres que dan vueltas y vueltas, mientras convierten su ropa en un vestido de brillantes y volados.
No uso tacos, imaginan que muchos menos un zapatito de cristal.
No me considero perfecta, y no pretendo al lado mío un príncipe perfecto que desentone conmigo y me haga sentir más sapa de lo que soy…
Prefiero un sapo hecho y deshecho, con defectos como cualquier otro, como yo… 
No creo mucho en los “felices para siempre”.
Creo en el vamos a  pelearla día a día, a elegirnos a diario.

Por eso amigos y amigas, tenemos que revelarnos en contra de años y años en los que el  mundo quiere ajustarnos a ideales inexistentes y pretenden que estemos a la altura de ciertos parámetros que son de cuento.
Esta es la revolución de los sapos que están cansados de años y años que los bastardeen, y los pongan de ejemplo de fealdad…
Los sapos y las sapas también tenemos derecho a una vida feliz!!

Porque, digamos la verdad, si se nos aparece un príncipe todo educadito, todo gallardo, todo meloso, lo más seguro es que lo descartemos por delicadito.

Por eso, aceptemos a nuestros sapos, como también nuestros sapos nos aceptan a nosotras, no caigamos en la tentación, y liberémonos de Disney,
Amén.

Pau

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