Tengo que escribir para un blog. Yo, que nunca
escribí más que la lista del súper, tengo que escribir para un blog.
La hoja se presenta ante mí inmaculada.
Entonces, me pregunto qué elementos quiero que tenga mi redacción. Ahí comienza
la debacle.
¿Por qué la debacle? Porque lo quiero todo.
Porque quiero que mi texto tenga dragones, pero que transcurra en las calles
parisinas que recorre Oliveira con La Maga. Quiero que Borges y Sábato se
reconcilien en mis páginas, mientras el anillo es destruido en los fuegos de
Mordor. Quiero ser el adulto en cuerpo de niño que juega con un tambor de
hojalata. Quiero escribir cada uno de esas historias que amé leer.
Entonces, no me conformo con menos que el
Aleph. Quiero describir a la muerte que envía cartas en papel púrpura en Las
Intermitencias de la Muerte. Quiero
contar cómo el príncipe de Dinamarca busca vengar a su padre, asesinado por su
tío con el propósito de casarse con su madre. Quiero hacer que un retrato envejezca por el retratado. Quiero generar la
simbiosis entre El Nombre de la Rosa y La Muerte y la Brújula. Quiero retratar
la amistad de Borges y Bioy Casares, mientras cuento el sufrimiento de la
princesa María en Guerra y Paz.
Pero mientras sueño con eso, la vida y alguna
estación de tren me devuelve a la triste mediocridad de la lucha por escribir sin
faltas de ortografía. Con eso me conformo por el momento. Porque ya queda claro
que, para citar más autores, un chalchalero no es un rolling Stone.
M.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario