30 de enero de 2015

La moda (en todos sus criterios)

Si hay un tema en este mundo que me resulta ajeno, ese es la moda. Más todavía si se trata de la moda en todos sus criterios. No tengo idea sobre qué esta de moda en cuanto a vestimenta, no conozco cuál es la banda de moda y, muchísimo menos, cuál es el balneario de moda.
Pero, como tengo que escribir sobre algo, voy a escribir sobre moda en sí. Hago un poco de memoria y recuerdo haber leído, en algunos apuntes que ya no encuentro, que la moda ha sido usada por las clases sociales privilegiadas para distinguirse de aquellas más bajas. Por algo, podemos reconocer si una silla es estilo Luis XV o Luis XVI. Por eso, reconocemos enseguida una imagen de María Antonieta o de Victoria. Cada corte generaba su propio estilo, ya sea de vestimenta, de etiqueta  y sus costumbres particulares.
Mientras es la elite la que marca tendencia, aquellos que anhelan llegar a esa posición privilegiada, no les queda otro remedio más que imitar esas modas. Por supuesto, que estas modas son dejadas de lado en cuanto se propagan y se cambian por una nueva moda exclusiva.
En definitiva, la moda es la necesidad de algunos pocos de diferenciarse del resto, en paralelo a la necesidad de muchos de pertenecer a ese grupo de unos pocos. Quienes estaban al tanto de este detalle, son aquellos que fomentaron las sociedades de consumo. En un mundo con más producción que consumidores, era necesario plantar en la sociedad la necesidad de hacerse notar a través de los objetos. Porque, si fuera por utilidad, Ford seguiría produciendo el Ford T y, justo, hoy por la calle, no vi pasar ninguno.
Entonces se empezaron a producir modelos más sofisticados de cosas que ya poseíamos. La publicidad fue la encargada de hacernos creer que no podíamos vivir sin esas mejoras. Por supuesto, que el plan funcionó a la perfección. Y sigue funcionando. Lo veo en cada celular nuevo y lo veo en cada red social. Porque eso también es una moda. Y parte de esa moda, es exhibirse.  Lo que mostramos, muchas veces, es un aspiracional, más que lo que somos en realidad.
Pero así es el mundo, y las modas siguen desfilando una tras otra, mientras algunos las imponen y otro las persiguen.

M.


Estar a la moda

Cuando me contaron que la temática de esta semana era la moda, me acordé de una canción infantil con las que solíamos jugar a la ronda con mis compañeritas de colegio:
♫ ♪ “chicas y chicos escuchen bien, que la moda femenina se divide en tres: la pollera, la minifalda y los chicos se caen de espaldas…” ♪ ♫
Por qué las mujeres buscamos y ¿logramos? la igualdad femenina en todos los aspectos de la vida,  pero nos uniformamos, y en nuestro afán de ser distintas, terminamos siendo todas iguales. Muchas veces (no siempre, por suerte) buscando un poco lo que dice esa vieja cancioncita infantil: que los chicos se caigan de espaldas…
Ahora bien, hasta que punto nos ponemos lo que nos gusta?
Digo, porque si este verano se usa el rojo (no tengo idea de qué color se usa)  y alla vamos todas vestidas cual Frutillitas por la vida, aunque nos quede horrible, es mucho peor!

Y ni que hablar de modas tecnológicas, si está de moda el nuevo celular que por poco no te despierta con un café por la mañana, lo compramos.
Seeee!! Lo compramos aunque tengamos que sacar 50 créditos en el banco y no sepamos más que mandar mensajes o llamar y aunque no tengamos idea de lo que es el whatsapp.

Nos nos olvidemos de las modas comestibles. ¿Se acuerdan cuando salieron las galletitas Toddy? ¡¡Hubo gente que las vendía por Internet!
Porque lógicamente, había gente que compraba galletitas con tarjeta de crédito y en cuotas!

Por último pero no menos grave, es la moda mascotera…  están de moda los caniches y  todas las señoras bien se compran uno, aunque no les gusten los perros…

Y Las Sombras de Grey (ahora a todas les gustan que las golpeen!!), las tazas de El Principito y Frida Kahlo, los muffins (madalenas), el barrio de Palermo, el reggaeton, Tan Biónica…

Lamentablemente,  las modas nos marcan el rumbo.

Ahora están de moda los blogs…

Y bue… acá estamos. 

Pau

28 de enero de 2015

Hablemos de moda

Vos, yo, todos somos moda o queremos estar a la moda y no podemos negarlo.

De algún modo u otro, se busca tener o lucir lo último, la nueva tendencia. El parecernos al otro deviene de eso.

Se asocia a la moda a muchos criterios y no solo a la vestimenta. Música, arte, estilo de vida, hasta las elecciones sexuales se las vincula a la moda.

No es para cualquiera o no es igual para todos. Tiene que ver mucho con el nivel socio-cultural, cada estrato social tiene su moda, desde los "wachiturros" hasta viajar de vacaciones a la isla paradisíaca del momento.

La moda nace y muere, aunque ha revivido en algunos casos.

Nos puede llevar a la envidia, por que no?

No tiene un período prolongado de tiempo.
Las modas llegan, se quedan y se van.

S. Emanuel

27 de enero de 2015

Bárbara

Cuando aquel líquido rosado se derramó sobre su vestido supo de inmediato que no fue un accidente, que aquello estuvo programado y no pudo comprender como una niña de su misma edad pudiese tener un corazón tan oscuro.
Bárbara pudo asistir a su fiesta de graduación con un vestido nuevo, como todas sus compañeras, gracias al sacrificio que hicieron sus padres. Ellos habían ahorrado durante  meses para poder comprar la tela y pagar una modista que confeccione el modelo elegido por su hija. Lo ahorrado también alcanzaría para unos zapatos a estrenar. El sacrificio valía la pena, su niña se recibía y con uno de los mejores promedios.
Nacida en el ceno de una familia numerosa, Bárbara era la hija mayor de cinco hermosos niños que aquella pareja había tenido. Ella se ocupó en buena parte de la crianza de sus hermanos ya que sus padres trabajaban en un pequeño negocio de la zona en que vivían. Una familia sin lujos, llegaban a fin de mes muchas veces con menos de lo justo. No supo jamás que era presumir objetos de valor y mucho menos estar vestida al último grito de la moda. Aunque como toda joven de su edad admiraba a las modelos que aparecían en las revistas del momento y soñaba silenciosamente con lucir como ellas alguna vez.
Fue así que preparó con mucho esmero lo que llevaría aquella noche en el salón del club del barrio, lugar destinado a las fiestas importantes del pueblo. Su tía hizo las veces de modista, peluquera, maquilladora y de chofer.
Cuando bajó del auto, un modelo antiguo de la marca Ford, todos se sorprendieron porque no estaban acostumbrados a verla de esa manera ya que nunca asistía a los bailes, porque le daba pudor no estar a la altura de sus compañeras, quienes siempre estaban vestidas y peinadas como las modelos que ella admiraba.
Después de saludarse con todos los conocidos y los padres de sus amigas vio que un grupo de muchachas la miraban y cuchicheaban. La misma odiosa de siempre pensó, acerca de Marina, la hija del intendente que siempre le había tenido recelo.
Bailó toda la noche, divirtiéndose como nunca antes. Varias piezas se las había dedicado a Hernán quien era el joven más disputado por las muchachas, por ser lindo y de buena familia. Entre las que querían llamar la atención de este joven estaba Marina, pero él estaba prendado por Bárbara, quien siempre le había gustado pero nunca tanto como esa noche.
Fue así que al salir del baño ambas muchachas se cruzaron y Marina se las ingenió para que accidentalmente la bebida de su copa manche el vestido de quien ella sentía su rival. Bárbara salió llorando del salón.
En la vereda del salón, sus amigas y sus padres trataron de consolarla, haciéndole ver que aquello no debía opacar su felicidad. Bárbara sintió que aquella mancha no solo le había echado a perder el vestido sino también la noche. La sorpresa fue que el joven se acercó y le repitió lo mismo que ya le habían dicho, claro que las palabras pronunciadas por él tuvieron diferente resultado.
Así fue que Bárbara y Hernán bailaron junto a sus demás compañeros lo que quedaba de la reunión. Luego de finalizar la noche con fuegos artificiales como era una tradición para celebrar a los egresados, se despidieron con la promesa de volverse a ver la tarde siguiente en la plaza del pueblo, para tomar un helado, como estaba de moda entre los jóvenes en aquellos tiempos.


Alito


23 de enero de 2015

Introspección

Cierro los ojos y veo. Me veo en mis orígenes: soy carga genética; soy materia; soy un corazón que late.

Cierro los ojos y me veo. Me veo llegando al mundo. Siento la ternura de mi madre y la presencia protectora de mi padre. Mis pulmones se llenan de aire por primera vez.

Entonces, miro más allá. Me veo en esta vida, o en otra. Me veo en este universo y me veo en todos los universos paralelos. Me veo cabalgando por las afueras de Constantinopla y me veo sostener un niño en brazos, mientras soporto el frío siberiano. Me veo llorar a mis muertos, al mismo tiempo que lloro al recibir a mis hijos. Me veo gobernar una manada con fiereza, mientras en otro universo, no valgo más que un esclavo al que le cuentan las costillas, bajo la atenta mirada de Hécate.

Comando un ejército de un millar de hombres dispuestos a dar la vida por mí. Mientras tanto, duermo en el banco de una plaza a la que llamo hogar. Quizás se trate de un futuro lejano. Tal vez, sea un futuro cercano. Tal vez no sea.

Me veo envejecer. Siento cómo la piel se aja y la fuerza me abandona. Me veo morir y renacer mil veces y una. Me veo siendo el centro del universo. Me siento fuerza creadora;  fuente de vida.  Soy calor abrazador y soy kilómetros de una muralla de hielo. Soy piedra. Pero también soy el agua y el viento que la erosionan.  Soy la vida y la muerte en una sola representación. Soy la serpiente que se muerde la cola.

Me veo hablar las antiguas lenguas y veo cómo me quedo sin palabras. Veo en mí a cada hombre y cada mujer que han pisado esta tierra. Veo en mí a cada criatura salvaje y cada vegetación. Siento como hecho raíces mientras el viento me eleva y me transporta. Siento como recorro manantiales y cómo me balanceo en el océano. Lo soy todo. Lo soy todo, mientras no soy nada. Y, ahora que me reconozco en cada ser, puedo ver con mil ojos a la vez.

Entonces abro los ojos y lo comprendo. Me veo. Me veo en cada rostro. Me veo en cada cosa. Soy la esencia misma.


M.



22 de enero de 2015

Introspectiva

Yo tenía un sueño,  que en un momento tiré a la basura…

Lo cambié por unas pocas sensaciones de bienestar y nunca más le di la importancia necesaria como para poder realizarse.

Yo tenía un sueño y era el de una vida mejor y cosas nuevas y que no me pase lo que pasó siempre, ni lo que venía pasando y dejar de moverme sobre lo conocido y dar ese gran salto que significa vivir.

Yo tenía un sueño que en algún momento tiré a la basura y con él también me tiré un poco…
Ahora tengo que ir juntando pedacito sobre pedacito, y en mi caso son muchos los pedacitos que tengo que juntar, porque no me achico como debería.
Voy rearmándome  como un lego, para ser ese gran castillo de la Barbie que no tuve. O mejor el de She-ra, ella me gusta más porque tiene espada y poderes y no solo tetas y un novio lindo.

Si yo hubiera creído que la vida era solo tetas y un lindo novio, me hubiera quedado como estaba y no habría cubierto con muchos pedacitos de mí, mi propio cuerpo.


Yo tenía un sueño, y  hoy lo tengo de nuevo. 

Pau

21 de enero de 2015

El lunes empiezo...

En esta oportunidad me toca hablar de mi. Es difícil explayarse en tan pocas palabras. Y creo que también, uno nunca termina de conocerse. Algo que detesto, y creo que algunas personas que están a mi alrededor también, soy muy inconstante con cosas que me propongo.

Siempre me planteo como nuevos comienzos, hacer cambios en mi cuerpo, en mi intelecto, nuevas actividades pero como de costumbre, me quedo en el camino. Si me remito al pasado, a mi entorno; si tuve como una educación medio conformista. El progresar mucho no era el objetivo, sino mantenerse.
No tengo una vida de tomar muchos riesgos, me creo un poco cobarde para ello. Y volvemos a ese conformismo del que hablaba. Suelo “dormirme en los laureles” muy fácilmente.

Hace un tiempo empecé canto, y lo dejé, echándole la culpa al profesor,  bueno, la clase era grupal, y nunca me tocaba demostrar mis aptitudes para ello.  

Después empecé la nutricionista, y la dejé, los horarios no me daban. Trabajaba casi todo el día y se me dificultaba para encontrar el tiempo. Habré ido dos semanas, nada de harinas, nada de azúcar, y así estamos.

¡El gimnasio! Mala palabra. Habré comenzado un millón de veces, y lo habré dejado la misma cantidad. La actividad física no es lo mío, aparte mucha gente en un espacio reducido, calor y ni hablar de esos quejidos de testosterona pura.

Sigo y seguiré poniendo excusas, como siempre “la culpa la tiene el otro”.  Me cuesta darme cuenta que yo soy el dueño de mis decisiones, soy dueño del cuerpo que en gracia (o desgracia) me tocó, de las actitudes que pueda tomar o aptitudes que tengo.  

Eso sí, con mis caprichos soy constante, desde pequeño cosa que veo, cosa que quiero. Y eso no lo perdí con los años, y ya a mis 32 no creo que desaparezcan.
En el amor también lo he sido, y algunos lo han tomado como capricho también. Hoy estoy con la persona que elegí, y me costó “conseguirla”. Me enfrenté al dragón y me llevé a la princesa, bueno, la princesa era la mismísima bestia de largas alas y aliento de fuego. 

En conclusión, la constancia no es mi plato fuerte. No me caracterizo por ello. Lo anoto como tema para mi próxima sesión de terapia. Ahora me voy a comer una regia barra de chocolate, porque la dieta, la empiezo el lunes…


S. Emanuel

20 de enero de 2015

Problemas de retención

Busqué sobre que tema iba a escribir esta semana partiendo de la consigna que teníamos y le di vueltas y vueltas, pero ninguno me apasionaba realmente. Si encontraba alguno lo desarrollaba mentalmente y al intentar recordarlo más tarde me sucedía lo mismo que muchas veces me ha pasado. No lograba recordarlo. No retengo señores, esto es un problema no menor quiero que lo sepan. Se ve que al cerebro le debo mandar algún tipo de nota adjunta como “no me interesa” porque por más que haga el esfuerzo no logro recordar aquello que no considere importante. Así que esto de no retener es un tema por sí mismo.
No retengo datos, ni retengo imágenes, así fue que una noche cuando me robaron el auto tuve que llamar a casa para que me digan la patente de mi auto, para poder realizar la denuncia. Ni tampoco retengo lo que pienso, cosa que más de una vez me causó inconvenientes. Debo confesar qué lo que pienso si bien no lo retengo, he mejorado a través de los años la manera de expresarlo….ya no lo vomito así como lo viene, lo modifico antes que salga de mi boca, le busco palabras agradables, menos chocantes. Antes era displicente y casi suicida, pero eso son cosas de adolescentes. Aprendí que se puede ser menos tosco, aunque no por eso dejo de ser yo.
Las caras también las borro de la memoria, así después me veo queriendo saber de dónde se me hace conocido el fulano. Lo mismo me sucede con los nombres, un desastre lo sé. Ojo soy selectivo lo que quiero recordar no me lo olvido, si lo considero importante no se me borrará por más que pase el tiempo. Ya sea una escena de alguna película, un fragmento de algún libro y así con todo.
El problema viene cuando digo alguna mentira y debo sostenerla en el tiempo, bien sabido es que “para mentir hay que tener memoria”. Tampoco hay que confundir no retener con ser desmemoriado, tiene que ver con el interés simplemente. Si un amigo me cuenta algo no lo voy a olvidar, ahora si estoy en una reunión y un “nadie” me habla de no sé que carajo, así como entra por un oído sale por el otro.
Puede ser que no retener esté ligado al hecho de no quedarme pegado a las cosas. Si algo se termina, se termina. A no quedarme cariñosamente pegado al recuerdo de algo que no fue, por las dudas que en un futuro pueda ser. De saber que todo concluye y no tomarlo como una tragedia griega. Todo termina para que algo nuevo pueda empezar.



Alito.

19 de enero de 2015

Personal-mente

Cuando hay que intervenir desde lo profundo del ser es posible que haga eso que hacen los animales cuando se sienten amenazados... correr, atacar y morder.
Ayer mientras bailaba sin control entre los pocos pensamientos que aparecen en estos días descubrí que mecánicamente podía predecirme hasta el fin de los tiempos. Este era un procedimiento, en mi persona, bastante cruel. 
Cuando era chico podía contar con los dedos de media mano la cantidad de veces que había adivinado un final positivo para un problema menor. Menor era yo, y menores mis pensamientos. Hoy que ya no soy menor entra en juego esta habilidad, esta superstición de cartón. 
Pero no hay que confundir, no soy negativo sino uno de esos tipos que decide el menor costo ante una guerra de decisiones. Supongo todo tipo de probabilidades, asumo los riesgos y actúo en consecuencia. 
Claro que las consecuencias luego de tantas guerras son un poco mas que unas cuantas heridas. Hay un costo que no entra en esta ecuación, por que yo no la considero.
Yo no lloro. Y hoy no llorar es una apuesta riesgosa... contrariamente a como coloco mis apuestas, estoy jugándome todo en esta empresa que se llama hermetismo del nuevo siglo, las sonrisas sin monas lisas. 
Este proceder, además de repetitivo, debe tener un inicio. 
Sufro, sufro, sufro, no lloro y así…
Nunca lloré de verdad, nunca  le demostré al mundo el dolor de mis derrotas, nunca un poco de las miserias diarias de un hombre tan pequeño como tantos otros. 
Hoy debo condenar esta acción destructiva, que mas que apuesta es una pérdida, que mas que juego es una vida y que mas que yo es nosotros… son ustedes conmigo.

Un día de estos voy a despertar lleno de lágrimas, y ya no voy a sentir que aposté mal sino que vengo guardando fichas para un casino que se fue a banca rota allá por los noventa.

Mirarse es mirar una comedia que muchas veces no nos hace ninguna gracia. 

Tin.

16 de enero de 2015

Familia (Todos somos hijos)

Voy a escribir para un blog. El tema está elegido. La familia. Tengo que escribir para un blog sobre la familia. Pero ¿Qué entiendo por familia?
La primera definición de la RAE dice que familia es el “Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas “ y la segunda es “conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje”. Entonces me pregunto ¿Cuánto de familia hay en aquellos con quienes tenemos vínculos sanguíneos y cuánto de familia hay en aquellos con los que nos fuimos eligiendo a través de la vida? El lazo sanguíneo, ¿es realmente tan importante?
La primera asociación que traigo al pensar en familia es Tótem y Tabú de Sigmund Freud. Situada en el corazón de la una horda primordial, encabezada por un padre tiránico, fuente del poder y los privilegios, los hijos se unen en plan de matarlo en busca de aquello que éste posee y les es negado. Tras el parricidio, los hijos comen al padre en pos de adquirir su fuerza. ¿Será que cada uno de nosotros necesitamos matar ideológicamente  a nuestro padre en algún momento de nuestras vidas? Me gusta creer que todos necesitamos matar a nuestro padre, comerlo y apoderarnos de su fuerza. Fantaseo que todos damos un portazo imaginario en nuestras vidas, donde dejamos atrás aquella familia que nos ahoga en reglas que no nos son propias, para vivir en solitario o para generar la propia, cual animal que busca ser el amo de su propia manada.
Mis teorías son todavía más delirantes. A veces fantaseo que hay varios padres que matar en una sola vida.  Tal vez el plan incluya un hermano, o más hermanos; un profesor; un psicoanalista; un jefe; una pareja; podría ser cualquier otra relación que nos encapsula en una organización societaria que nos resulta ajena, que nos impone un tótem del cual debemos librarnos.
Entonces hemos matado al padre. Somos libres. Somos el padre de nuestra propia horda. Entonces, ¿ya poseemos la fuerza que tanto añorábamos? ¿Fue la carne de ese padre la que nos transmitió sus propiedades o debo adquirirla por mis propios medios? Tal vez matar al padre solo conlleve la falta de liderazgo. Tal vez matar a la figura de poder tan solo devenga en la ausencia de fuerza. Tal vez este parricidio emocional  sea un impulso apresurado por medir fuerzas, pero carezca de la habilidad de impartir un orden en la nueva sociedad de la que soy núcleo. Tal vez me encuentre sin respuestas sobre cómo debería ser liderada mi nueva manada.  Tal vez, matando a mi padre, generé una sociedad acéfala, en dónde sus integrantes corren como hormigas a las que les taparon la entrada al hormiguero.
Ahora extraño a mi padre. Ahora siento que la incertidumbre me invade. Así como anhelé el lugar de mi padre en la sociedad, mis hermanos también lo reclaman. Tal vez peleen por el centro de atención; tal vez sea por cuestiones más banales, como un departamento de un ambiente en la costa, herencia de los padres, o por un puesto vacante. Entonces lloró. Lloro por todos los males que ocurren en la humanidad. Lloro porque el padre era aquello que no puedo ser. Lloro porque el padre se convierte cada día en una figura más fuerte.  Lloro porque mis actos engrandecen esa figura que intenté desterrar. Lloro porque lo que está muerto se vuelve inmortal. Y crece. La figura se agiganta minuto a minuto. Es una realidad que al minuto se convierte en una historia. Que al otro minuto ya es una leyenda, y, sin que pueda hacer nada al respecto se convierte en una religión.


M.

15 de enero de 2015

¿Cuál es la Familia?

Dicen por ahí que «la familia viene sola y por desgracia».
Yo me pregunto: ¿Cuál es la familia?
¿Acaso tener lazos de sangre con una persona la convierte en Familia?
NO.
Exactamente esa, es la diferencia entre familia y parientes.
Por ejemplo, mi familia no es numerosa, pero tengo muuuuuucha parentela.
Pariente es esa tía que en cada cumpleaños te pregunta «Y, para cuando te casas?» o 
«nena, que esperas para tener un novio?», y hay una que es genial, «apurate! yo a tu edad 
ya estaba separada y tres hijos»
Y todavía te preguntas por qué no me caso, tía?
VOS sos la respuesta!
En cambio, familia son esas personas locas con las que compartís historias, gritos, llantos, anécdotas, gritos, portazos, viajes, juegos, más gritos...
Porque si hay algo que es seguro, es que en mi familia gritamos.
También hablamos todos a la vez, interrumpimos siempre y no dejamos que NADIE termine una historia tranquilo.
Dicen también, que «Cada familia es un mundo», el centro del mío ya no está, pero como «lo que se hereda no se roba», somos bastantes los que seguimos por acá repitiendo historias que ya escuchamos miles de veces, interrumpiendo, gritando...
De ahí, salí yo. Tan mal no hacen las cosas...

Pau

14 de enero de 2015

La familia. Una caja de Pandora.

No sé si es más complicado la familia, o hablar de ella  en sí. Empecemos.
Vengo de una familia fragmentada ya hace tiempo. Que puedo decir de ello, no creo ser el primero ni el último. Regularmente se dice, que hijos de familias separadas, somos medios especiales. Pero ya entraríamos en otro tema,  y por más que sea algo ególatra, hoy no vengo a hablar de mí.
Hay un dicho, “Cada familia es un mundo”, y que mundo?! Creo que en  su mayoría, están todos los ingredientes que puede tener ese “mundo”
Guerras, a montones, por quien se queda con los muebles del abuelo muerto o quien se hace cargo de mantener a los nenes.
Por otro lado, esas divisiones que hacen la política, la religión o el fútbol, temas inapropiados para el reencuentro de los domingos.
Presente siempre el “jefe de estado” que dirige la batuta del grupo. Obrando con democracia o algunas veces se trata de un anarquista que levanta el dedo y dice “En esta casa se hace lo que yo mando”.
Mentiras, engaños, que van, que vienen. Prejuicios armados del  “no te metas”, “no digas esto o aquello”. Ni hablar de esos mandatos  en donde imponen una idea o proyecto sobre el otro, sin importar la elección individual.
Personajes en la familia? Si y de toda índole. Quien no tiene ese tío que estando borracho se calza alguna peluca en las fiesta, bueno algunos sin estar bajo el efecto del alcohol. Un “puto” o “torta” en toda familia hay, si bueno, no andarán con un cartel de neón, pero muchas veces son esos que cerraron el placard de adentro y guardaron la llave en algún bolsillo del pantalón.
La tía “copada”  que te da una mano en algún quilombo que tuviste de pequeño, o no tanto. 
Los abuelos. Se merecerían una página completa (por lo menos en mi caso) Personas que algunas veces cumplen el rol de mamá y papá, son acérrimos malcriadores. Aunque cabe destacar que hay alguna que otra lacra que se convence de no tener ninguna descendencia.
Mamá. Papá. Esto de ser padres no viene con ningún manual o receta. Y a nosotros los hijos se nos es difícil entenderlo, me parece. Y perdonarlos, aún más.
Papá es “bueno”, mamá es “buena”. Papá puede ser que no sea bueno. Mamá puede ser que no sea  buena. Porque haber tenido relaciones sexuales, que nazca un niño y ya, no te da el título de.
Pensarán que tiro todas “pálidas”, bueno convengamos que, como no existe el crimen perfecto, tampoco existe la familia perfecta.
Familias hay de todo tipo, de todos los tamaños y para todos los gustos. Lamentablemente no te viene en la “cajita feliz”. Pero no me cabe duda, que toda familia si es una caja, una caja de Pandora…

S. Emanuel



La Familia

Desde el momento en que nacemos formamos parte de una familia, tradicional o no. No hay escapatoria. Desde chicos jugamos  al papá y la mamá. Desde los medios de comunicación  van a mandarnos el mensaje subliminal de formar una. Así es como desde siempre existieron las más variadas y recordadas familias que nos acompañaron ayer y hoy…y lo que es peor, nos acompañarán siempre.
Cuál será la nuestra, es lo que iremos descubriendo a lo largo del camino. Pero si observamos entre los ejemplos que nos dio la televisión encontraremos entre las familias de la vida cotidiana muchas semejanzas. Hay diferentes y variados modelos para elegir, por ejemplo están los Addams, más conocidos como Los locos Addams, quiénes se autodenominaban como “una familia muy normal”, el mensaje sería que ninguna familia es normal o que normal es cualquier cosa.
Los Picapiedras serían otro de los modelos que tenemos a consideración, dónde todos son cavernícolas que comparten las aventuras que les toca vivir. Los Simpson una de las familias más representativas de los dibujos animados en los últimos tiempos. Donde encontramos un  padre vive tomando cerveza, una madre abnegada, un hijo que se mete en líos, la hija traga y la bebé que es la hija de la vejez.
Quién no conoce a una Elizabeth Mongomery, la protagonista de Hechizada, que contra todo pronóstico formó su familia y “mágicamente” le soluciona la vida a los suyos, vamos hagan memoria. Eso sí, en toda familia hay uno o más representante de la familia Cuellen, los vampiritos de Crepúsculo, que te chupan la sangre, la billetera, la vida. También encontraremos familias que fueron precursoras de las familias integradas como pudimos ver en Blanco y negro, dónde un padre adinerado adoptaba a dos niños de Harlem, de color claro. Una familia que siempre me hizo ruido fue la de Bonanza, un semillero de muchachos gay para mi, qué se yo…uno que piensa mal y acierta. Pero los peores de todos son esos, los que vivían en La pequeña casa de la pradera, sí los Ingalls, con su pobreza a cuestas y unos valores que daban miedo. Menos mal que estaba Nellie Oleson, que con su maldad hizo las delicias de los televidentes, desde cuando lo dulce corta la sed, como dice una marca de gaseosas.
La familia es una lotería ya lo decía mi abuela que gracias a Dios se marcho a vivir con él, porque cuando vivía con nosotros la casa era una batalla campal. Una madre que parió a once hijos y una sola hija que se hizo cargo de su madre. Y mi suerte, ser hijo justo de esa única hija que se hizo cargo de su madre. Por suerte uno va creando lazos y si bien es cierto que uno va formando una familia paralela que son los amigos, la que nos toca  por herencia hay que fumarla. Igual siempre hay un familiar que nos alegra la vida, un primo con el  que compartimos todo tipo de aventuras cof, cof…no piense mal o sí, por mi haga como quiera, quién soy yo.
Por mi parte, siempre supe que no quería formar una. Al menos una tradicional, ahora ya sé que no podría. Pero hablando en serio nunca quise ser ni padre, ni tutor, ni encargado. Me da cosa saber que alguien va depender de mi para siempre. No se me da. Quizás en otra vida tenga más valor para lanzarme a esa aventura.

Alito






12 de enero de 2015

Problemas personales (y de familia)

Todas las semanas el aullido de la manada se siente desde las lejanas tierras del más allá –es el teléfono nada más. No seas exagerado-... se viene una tormenta de dientes y discusiones sin sentido sobre la ropa de la vieja tía tita, de su jubilación perdida, del repudio, de los caprichos financieros de otros miembros de la manada.
Todo muy normal y salvaje también –no voy agregar nada, grauuuuuur-
Pero quiero ser justo, -no hay forma Martin- son un desastre de familia pero -dieron por muerta a tu abuela para cobrarle la herencia- en momentos difíciles se unen -desvalijaron la casa de tu tía y los hermanos solo vinieron a buscar su parte, ni al entierro fueron!-. Digamos que la necesidad los une -ay! los eufemismos no se terminan no?- y los problemas... los enemistan por poco -está bien, dos de tus tíos se dejaron de hablar por veinte años... creo que estaban discutiendo sobre otro tío enfermo y era momento de silencios- tiempo... 
Mi familia se divide - ¿no era que eran unidos?- por círculos según la cercanía geográfica y la generación que nos ata -Lo dijo! Dijo atar!-, a veces la distancia la ponen ellas, a veces las circunstancias –no puedo decir nada, estoy emocionado-
A veces me gustaría sacarles una foto en las reuniones para que se vea su naturaleza primitiva -esto no es serio, ¿cuándo están todos juntos?- 
En general una foto familiar significa ver veinte mujeres - con rulos y mal vestidas- muy ruidosas, la mayoría de ellas solas o viudas. Se puede decir que nuestro árbol genealógico es un matriarcado casi perfecto –vos cuidate osito... no sea cosa que te saquen del medio-.
Pero yo las quiero, o los quiero, en realidad no sé cuánto nos queremos –claro, son familia flaco-, somos una manada unida- ¿lo de los mordiscos lo dejas afuera no?-
Sin dudar puedo decir que ellas son el pilar de mi existencia, o la causa de que viva solo –son ellas o sos vos?-, alejado de las preguntas y las discusiones.
Alejado de la familia que tanto quiero
-Nunca los visitas Martin-
Bienvenidos a la cueva de las maravillas, donde dos pesos y una pareja hacen la felicidad ante una familia italiana.

Tin